Podréis seguir este nuevo viaje solidario desde otro blog, cuyo enlace tenéis a continuación. Muchas gracias de antemano por vuestro interés y vuestro cariño.
En este blog pretendo ir plasmando cómo se cumple un sueño. Quiero, al mismo tiempo, compartir alegrías, vivencias, aprendizajes, reflexiones, conocimientos,...mientras construyo peldaños para intentar ser cada día más solidaria, más fuerte y mejor persona y para compartir contigo todas las cosas buenas que encuentre en mi ascenso por esta escalera hacia el cielo andino.
domingo, 22 de junio de 2014
Compartiendo sueños
Me parece increíble al volver a asomarme en este blog, pensar que ha pasado un año desde que empecé con esta aventura de Cumplir sueños y Construir peldaños. Ahora, un año después inicio otro viaje al borde del mundo para seguir conociendo de primera mano esas realidades por las que luchamos durante todo el año desde los comités con todo el corazón y el entusiasmo de que somos capaces, aportando nuestros granitos de arena solidarios. Quiero reconocer mi admiración por todas las personas que desde Taller de Solidaridad luchan día a día por ello y agradecer "a quien proceda" la oportunidad de formar parte de esa gran familia.
Podréis seguir este nuevo viaje solidario desde otro blog, cuyo enlace tenéis a continuación. Muchas gracias de antemano por vuestro interés y vuestro cariño.
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miércoles, 25 de septiembre de 2013
De vuelta a casa
Después de estos casi tres meses (salí de Linares el día 2 de julio y he vuelto el 20 de septiembre), el regreso fue algo difícil de describir y de entender.
El vuelo hacia el Este es extraño. Salimos a las once de la mañana de Lima y empezamos a volar en dirección al sol aunque pronto nos cruzamos con él y cada uno siguió su camino: él hacia el oeste y nosotros en dirección contraria, lo que hizo que ese día fuera el más corto del año. Antes del anochecer, con la frente pegada al cristal de la ventanilla pude admirar durante un gran trecho una impresionante extensión de la selva amazónica y allí estaba, como protagonista indiscutible, el Río.
Desde mi posición en el avión descendí hasta sus aguas y navegué por él. Vi amaneceres y puestas de sol; recorrí en barca los manglares; lancé mi caña para pescar pirañas; admiré nenúfares gigantes; escuché los sonidos de la selva en un paseo nocturno; nadé entre los delfines rosas; revoloteé alegremente por la superficie acompañando a las luciérnagas, y me elevé para ver sus impresionantes dimensiones en el encuentro de las aguas donde el río Negro se une al Solimoes y ambos forman definitivamente el gran Amazonas.
Mientras tanto, el avión seguía imparable su curso, así que volví a mi posición. Rápidamente empezó a anochecer y entonces todo fue oscuridad en el exterior. En ese momento cerré los ojos y mis pensamientos volvieron hacia todo lo que iba dejando atrás.
Hacia el colegio de Urcos, sus alumnos y sus profesores; hacia el bullicio del mercado dominical. Imaginé que aquellos novios, tan circunspectos el día de su boda, tal vez a estas alturas ya serían capaces de esbozar alguna sonrisa. Volví a la comunidad de Pfinay, y me senté en la capilla junto a aquellos ancianos arropados con sus viejas y gastadas mantas para combatir el frío mientras sus pies iban casi descalzos. Estuve en Urpay, donde aquellos niños disfrutaban tanto bailando con sus trajes coloridos. En los autobuses, tan sobrecargados de viajeros, que tenían que aferrarse a cualquier parte con sus manos castigadas para no caerse en las curvas y originar una caída en cadena. Recordé la grandeza impresionante de Machu Picchu, con su fascinante historia de conocimientos y curiosidad científica. Estuve con los indolentes habitantes de las islas de los Uros, meciéndome suavemente en sus casas flotantes. Aborrecí a dirigentes que controlan el voto y asfixian la vida de los campesinos. Cogí de la mano mujeres que te hablan sin dejar de mirar a sus pies mientras lo hacen. Sentí el afecto de los niños que me abrazan y se cuelgan a mi cuello como a una tabla de salvación. Caminé detrás de los hombres que con su arado al hombro se dirigen con toda la familia a intentar sacar de la Pachamama una pobre cosecha de papas. Vi los que beben alcohol y cerveza sin medida y el frío y la muerte los encuentran dormidos en la plaza del pueblo. Lloré por ancianos que aparecen muertos en las orillas del río, sin que apenas se les hubiera echado de menos; por las personas que un día desaparecieron y no vuelven a ser vistas,....
Todos estos pensamientos y muchos más que ni siquiera se han asomado por este blog se movían -y se mueven- en mi cabeza como un torbellino que necesita irse deteniendo poco a poco para que cada uno se pose y pase a ocupar el lugar que le corresponde.
Mi hermano Jesús junto a Juanjo y Elena me esperaban en el aeropuerto, devolviéndome con sus abrazos a mi realidad, a mi espacio y a mi vida.
La llegada a Linares y a mi casa fue extraña como decía al principio, pues tuve la fuerte sensación de que nunca había salido de aquí,...como si todo hubiera sido un breve sueño.
Y el reencuentro con los que habéis seguido este blog, los abrazos de mis padres, mis tíos, de Arturo, María, Mayte, Teresa, Lina, Mati, Sacra, Araceli, Ana, Pilar, Marina, Luisa María, Sofía, Mari Loli, Toñi, Juani, Lucía, Cecilia,...... han sido emocionantes y tan reconfortantes que me han hecho sentir muy feliz y afortunada por estar de nuevo aquí.
Casi todos me habéis pedido que finalice este blog con algo definitivo, pero lamento decepcionaros.
No habrá cierre, ni broche de oro. No podemos cerrar esta puerta mientras Roger, Ruth, Analy, Celia, Sonia, Inmasumac, John, Rosabel, Diego, Flor, Zenobia,......y muchos como ellos necesiten ir a un comedor para alimentarse y mantener sus esperanzas de poder un día crecer, aprender, vivir con ilusión y con dignidad....
.......Y para tener la oportunidad de cumplir sus propios sueños.
Aún nos quedan muchos peldaños por construir
El vuelo hacia el Este es extraño. Salimos a las once de la mañana de Lima y empezamos a volar en dirección al sol aunque pronto nos cruzamos con él y cada uno siguió su camino: él hacia el oeste y nosotros en dirección contraria, lo que hizo que ese día fuera el más corto del año. Antes del anochecer, con la frente pegada al cristal de la ventanilla pude admirar durante un gran trecho una impresionante extensión de la selva amazónica y allí estaba, como protagonista indiscutible, el Río.
Desde mi posición en el avión descendí hasta sus aguas y navegué por él. Vi amaneceres y puestas de sol; recorrí en barca los manglares; lancé mi caña para pescar pirañas; admiré nenúfares gigantes; escuché los sonidos de la selva en un paseo nocturno; nadé entre los delfines rosas; revoloteé alegremente por la superficie acompañando a las luciérnagas, y me elevé para ver sus impresionantes dimensiones en el encuentro de las aguas donde el río Negro se une al Solimoes y ambos forman definitivamente el gran Amazonas.
Mientras tanto, el avión seguía imparable su curso, así que volví a mi posición. Rápidamente empezó a anochecer y entonces todo fue oscuridad en el exterior. En ese momento cerré los ojos y mis pensamientos volvieron hacia todo lo que iba dejando atrás.
Hacia el colegio de Urcos, sus alumnos y sus profesores; hacia el bullicio del mercado dominical. Imaginé que aquellos novios, tan circunspectos el día de su boda, tal vez a estas alturas ya serían capaces de esbozar alguna sonrisa. Volví a la comunidad de Pfinay, y me senté en la capilla junto a aquellos ancianos arropados con sus viejas y gastadas mantas para combatir el frío mientras sus pies iban casi descalzos. Estuve en Urpay, donde aquellos niños disfrutaban tanto bailando con sus trajes coloridos. En los autobuses, tan sobrecargados de viajeros, que tenían que aferrarse a cualquier parte con sus manos castigadas para no caerse en las curvas y originar una caída en cadena. Recordé la grandeza impresionante de Machu Picchu, con su fascinante historia de conocimientos y curiosidad científica. Estuve con los indolentes habitantes de las islas de los Uros, meciéndome suavemente en sus casas flotantes. Aborrecí a dirigentes que controlan el voto y asfixian la vida de los campesinos. Cogí de la mano mujeres que te hablan sin dejar de mirar a sus pies mientras lo hacen. Sentí el afecto de los niños que me abrazan y se cuelgan a mi cuello como a una tabla de salvación. Caminé detrás de los hombres que con su arado al hombro se dirigen con toda la familia a intentar sacar de la Pachamama una pobre cosecha de papas. Vi los que beben alcohol y cerveza sin medida y el frío y la muerte los encuentran dormidos en la plaza del pueblo. Lloré por ancianos que aparecen muertos en las orillas del río, sin que apenas se les hubiera echado de menos; por las personas que un día desaparecieron y no vuelven a ser vistas,....
Todos estos pensamientos y muchos más que ni siquiera se han asomado por este blog se movían -y se mueven- en mi cabeza como un torbellino que necesita irse deteniendo poco a poco para que cada uno se pose y pase a ocupar el lugar que le corresponde.
Mi hermano Jesús junto a Juanjo y Elena me esperaban en el aeropuerto, devolviéndome con sus abrazos a mi realidad, a mi espacio y a mi vida.
La llegada a Linares y a mi casa fue extraña como decía al principio, pues tuve la fuerte sensación de que nunca había salido de aquí,...como si todo hubiera sido un breve sueño.
Y el reencuentro con los que habéis seguido este blog, los abrazos de mis padres, mis tíos, de Arturo, María, Mayte, Teresa, Lina, Mati, Sacra, Araceli, Ana, Pilar, Marina, Luisa María, Sofía, Mari Loli, Toñi, Juani, Lucía, Cecilia,...... han sido emocionantes y tan reconfortantes que me han hecho sentir muy feliz y afortunada por estar de nuevo aquí.
Casi todos me habéis pedido que finalice este blog con algo definitivo, pero lamento decepcionaros.
No habrá cierre, ni broche de oro. No podemos cerrar esta puerta mientras Roger, Ruth, Analy, Celia, Sonia, Inmasumac, John, Rosabel, Diego, Flor, Zenobia,......y muchos como ellos necesiten ir a un comedor para alimentarse y mantener sus esperanzas de poder un día crecer, aprender, vivir con ilusión y con dignidad....
.......Y para tener la oportunidad de cumplir sus propios sueños.
Aún nos quedan muchos peldaños por construir
martes, 17 de septiembre de 2013
De Los Andes a Cazorla
Ya estoy en Lima.
Primerísima etapa |
Despedida de Tupac Amaru II |
Ayer por la mañana salí de Checacupe. Un mototaxi me llevó al paradero
donde tomé un autobús como el que me había llevado allí la primera vez pero en esta
ocasión era de día. Además ya conocía el camino porque lo he hecho varias veces
durante este tiempo y no estaba dispuesta a ir “paradita” ya que dos horas de
pie en un bus de estos, con las curvas que hay, tal y como conducen por aquí y con la
cantidad de personas que se suben y van todo el camino en el pasillo, no era
forma de empezar mi viaje de regreso. Así es que subí en uno cuyo conductor
gritaba: ¡al fondo, al fondo hay muchos asientos! Muchos eran dos, pero lo
suficiente. En este tiempo he aprendido que no puedes ser educado y dejar que
suban antes que tú, nadie lo hace porque puede suponer la diferencia entre
hacer un viaje regular o uno pésimo. Eso sí, durante esos trayectos en los que
me tocó ir de pie he ejercitado mi equilibrio y mis rodillas y creo que,
después de este entrenamiento ahora sí estaría en condiciones de intentar
esquiar y hacer un buen slalom en Sierra Nevada.
Despegue del Cuzco |
La llegada a Cuzco a media mañana me permitió volver a disfrutar de esa
ciudad que tanto me ha gustado, paseando sola por ella como si fuera ya medio
cuzqueña. Y por la tarde María y Lourdes, me invitaron a una picantería, que es
un restaurante peruano, apartado de las rutas turísticas, donde pasamos una tarde-noche fenomenal,
arreglando el mundo y riendo.
Esta mañana bien temprano me fui para el aeropuerto. Desde mi asiento,
en la parte de atrás del taxi, no dejaba de observar esas calles que ya me eran
familiares y de las que me estaba despidiendo tal vez para siempre. Estos
últimos días han sido de despedidas y abrazos y siempre con la misma pregunta:
¿Cuándo vas a regresar? Mi respuesta casi siempre ha sido la misma: “Ahora os
toca a vosotros ir a verme a mí”, aunque yo sabía que, por muy difícil que yo
vea mi vuelta por estas montañas, más difícil es que quien me lo preguntaba
alguna vez tenga la ocasión de elevarse sobre este cielo andino y venir a
España.
Al elevarse mi avión sobre el cielo del Cuzco emprendí el ascenso que
me llevará de regreso a casa. Empecé a ver esas montañas que he transitado
durante estos casi tres meses, desde arriba, de forma muy distinta a como las
vi la primera vez.
Los Apus protectores que he admirado
todo este tiempo desde abajo como moles inmensas de roca, haciéndome sentir tan
pequeña e insignificante, ahora me despedían sin que mi posición elevada sobre
ellos me hiciera sentirme más grande que cuando los observaba días atrás.
Cuando llegué estas montañas me recibieron como si antes de poner mis
pies en esta tierra, ya supieran que eran protagonistas y objetivo de mi viaje, iniciado miles
de kilómetros atrás cerca nuestra sierra de Cazorla. Ahora me despedían, tan
majestuosas como entonces pero más comunicativas.
Me hablaban de las gentes que viven en ellas, de sus tristezas y
alegrías, de sus miserias y grandezas, de sus dificultades, de su cariño y amabilidad y, a
veces, de la apatía y abandono a su suerte, como a un sino inamovible escrito en las
estrellas de este cielo, donde la Vía láctea se hace más patente y marca ese
camino estelar, que también sus ancestros recorrieron con la mirada del hombre que sabe
que es pequeño pero al mismo tiempo es capaz de abarcar con sus ojos y con su
cerebro toda la inmensidad del firmamento.
Lagos |
La distancia entre Cuzco y Lima en avión es de una hora y media; hay
autobuses -para las personas que forzosamente tienen que ir a la capital del
Perú pero no cuentan con recursos para pagarse un pasaje aéreo-, que salvan
esta distancia en unas veinte horas de viaje.
Y también sabía que en cada uno de esos pueblos hay una pequeña
iglesia o una minúscula capilla donde rezan con fervor a un dios que le
trajeron los españoles y que ellos supieron integrar en sus creencias, dando lugar a veces a un sincretismo en el que reúnen todos los conceptos ancestrales con los
que les aportó el catolicismo, donde sienten una verdadera adoración por la
Virgen con su niño, que no es más que la perpetuación de su veneración a la
madre tierra y a la fecundidad, representada desde tiempos inmemoriales en una
figura femenina, más tosca que las Vírgenes de ahora, pero con significado muy similar.
Cauce del río |
En los cerros más bajos sí se apreciaban heridas como
raspaduras que indicaban que alguien había sembrado allí unas papas para
librarse de la hambruna de estos pueblos que no tienen casi nada. En una tierra
que da tan poco fruto, que deben dejarla descansar cinco o seis años para
volver a sembrar en ella. Pero en un país donde existen gentes muy ricas y ex-presidentes encarcelados por corrupción y por enriquecerse con lo que debería haber ayudado al pueblo a salir de la desolación y pobreza en la que se encuentra.
Las montañas empezaron a esconderse bajo un manto de nubes blancas |
Veía montañas peladas, sin vegetación alguna, y ahora sabía que eso
significa que las personas que viven en ellas no tienen ni leña para cocinar y
mucho menos para calentarse.
Una gran parte del recorrido, el cauce de un río jugueteaba entre las
montañas. Aunque el cauce era amplio, sólo un hilo de agua lo recorría, dándole
el aspecto de una vena como las que vemos en los dibujos del cuerpo humano
donde se aprecian los músculos y las venas recorriéndolos como torrentes de vida.
Qué curiosa me ha resultado esa asociación de imágenes, porque en realidad, el
agua es portadora de vida y precisamente, el cambio climático aquí está afectando enormemente
a la vida de estas personas pues, donde había nieves perpetuas, siempre había un
río caudaloso que se alimentaba de ellas y ahora los ríos se van quedando en un
reguero de agua que a veces no tiene ni sitio para alojar pescados ni fuerza
para arrastrar las basuras que van a parar a sus orillas.
Lima, acariciada por el Pacífico, pero gris e invernal |
martes, 10 de septiembre de 2013
El comedor
El comedor es una de las obras de
más envergadura que realizan las Siervas de San José en Checacupe y el que
mayor esfuerzo económico supone.
Tal y como dije cuando hablé de
Wasi Nazaret, hace unos años se llegó a dar de comer de lunes a viernes a una cantidad de niños que superaba ampliamente los doscientos, pero el número se ha reducido ahora por la escasez de recursos
a unos ciento veinte. La mayoría de ellos de primaria y secundaria porque son
los que por su edad necesitan tener una alimentación mejor.
Digo esto porque
aquí hay otros alumnos mayores que también están en situación difícil pero,
aunque antes hubo un tiempo en que también se les atendía, al tener que reducir
el número se consideró que estos ya habían pasado la adolescencia y había que
volcarse en los que aún están creciendo.
La señora Marcelina empezando su trabajo |
Cada alumno paga cinco soles al
mes (algo más de un euro) y hay familias que tienen dificultades en realizar
ese pago. En ese caso, algunas madres ofrecen a cambio algo de papas, o maíz, o
leña, o su trabajo para poder mantener a sus hijos en el comedor. Por supuesto
el precio es simbólico y en absoluto alcanza a cubrir los gastos más
insignificantes.
El único sueldo que hay que pagar
es a la cocinera. Cada curso escolar hay una distinta para darle siempre la
oportunidad a otras madres de que puedan también tener una fuente de ingresos.
Aparte de ella, cada día dos madres, de forma rigurosamente rotativa tienen que
ayudarle a cocinar (eso sucede un par de veces al semestre). Si no lo hacen han
de pagar una “multa” de 15 soles (menos de tres euros), que sirve para llamar a
otra señora y darle un trabajo remunerado ese día.
A las nueve de la mañana, en una
cocina de leña se ponen dos ollas grandes y empieza el trabajo en el comedor.
Cada mañana las hermanas dicen a la señora (este año es Marcelina) cuál será el
menú del día que casi siempre consiste en una sopita con toda clase de
verduras, acompañada de algún cereal, queso, huevo, atún, una ensalada y a
veces pollo o incluso pescado. Otras veces en lugar de la sopa, hay un
“segundito” que consiste en lentejas, papitas con maní, guisantes, trigo o fideos, casi siempre acompañado de arroz y ensaladas
con verdura cocida o cruda.
Lavándose las manos (y a veces la cara y casi el pelo) |
Los niños están perfectamente
organizados. Cuando entran lo primero que hacen es lavarse las manos, luego se
anotan sus nombres para llevar un registro diario de la asistencia y después se
dirigen con su cuchara a recoger su plato de comida.
El día que la comida lleva pollo
o pescado para ellos es un día festivo, pero nunca ponen ningún inconveniente a
lo que encuentran como menú. Se dirigen a las mesas y allí comen mientras
charlan con sus compañeros; para ellos es un momento especial pues, no sólo les proporciona una
comida equilibrada y lo más completa posible sino que, además, les permite un
rato cómodo de distensión con otros niños. Algunos de ellos ni siquiera han
desayunado o han tomado una papita con algo de maíz y un mate (infusión) y
también se da el caso de niños que antes de ir al colegio a las ocho y media ya
habían trabajado en la chacra con sus padres. Nunca dejan nada.
Para beber siempre hay preparados
unos grandes recipientes que contienen mate. Es una infusión azucarada que
puede estar hecha con hinojo, anís, cebada, cacao, manzana,...que les sirve
para acompañar la comida. Cogen una jarra y se sirven.
Al terminar cada uno lava sus
utensilios. Antes se daba el caso de que cuando había varios hermanos, la niña
lavaba el plato de los demás pero la labor incansable de las hermanas ha
conseguido que todos sepan que cada uno debe lavar sus propios platos: niños y
niñas sin distinción de sexo ni de edad.
Cuando acaban de comer muchos se
van para la cocina y preguntan: ¿Hay aumentito, hermana? Y entonces, si ese día
es posible, se les deja repetir un poquito más. Algunos llegan con tanta hambre
que incluso lo preguntan antes de comerse su ración. Al principio, cuando la
comida llevaba un huevo, por lo general cocido, los niños pedían permiso para
llevárselo a sus casas (para sus hermanitos o padres) pero aprendieron que esa
era su comida, que su organismo necesitaba ese alimento y que tenían que
comérselo ellos.
De compras en Sicuani |
El otro día acompañé a Ana María
a Sicuani a hacer las compras para el comedor. Nunca me había planteado lo que
suponen unas compras para tanto tiempo y tantos niños: los cereales, el arroz,
el azúcar, la pasta, las patatas, la cebolla, las zanahorias, calabazas,
guisantes, habas, apio,…todo por sacos, excepto la quinoa que es un
pseudocereal tradicional de la alimentación de esta zona del que la NASA ha estudiado
las propiedades, incluyéndolo en la dieta de los astronautas; desde entonces ha
subido tanto su precio que los propios peruanos no pueden pagarlo y tienen que
ver cómo es exportada a otros países, especialmente Estados Unidos y Alemania.
A pesar de esto, haciendo un esfuerzo, se compraron diez kilos (su precio ronda
los 7 euros el kilo). Aparte de esto, carnes, especias, y pescado para el día
siguiente, que fue un día festivo cuando los niños lo vieron en sus platos.
Cargadas hasta el techo |
Toda esta compra hay que llevarla
a Checacupe y para ello hay que alquilar un “carro”, que también cobra un
dinero respetable.
Todo esto me ha hecho ver de
primera mano lo necesario que es el comedor aquí y lo difícil que lo tienen las
hermanas para poder salir adelante día a día con todos los gastos que conlleva.
Para ello cuentan con la colaboración de los propios familiares y amistades de
las Siervas de San José en España, y de las actividades que estos realizan de
manera regular para poder enviar fondos.
De ellos depende la subsistencia de este comedor. Me preocupan las
dificultades económicas que tienen que superar para que estos niños sigan
teniendo una comida saludable al día y un lugar agradable y limpio de encuentro
con sus amigos, del que siempre salen diciendo:
“Hasta mañana hermana, muchas gracias”
sábado, 7 de septiembre de 2013
Más Cuzco
Estar cerca de esta ciudad me ha
permitido la posibilidad de ir varias veces, y aún volveré otra vez para
despedirme de ella cuando vaya a tomar el avión que me llevará a Lima. La
primera vez que hablé en este blog del Cusco (así la llaman por aquí), aún no
tenía muchas fotos ni había recorrido muchos de los lugares de los que luego he
tenido la suerte de visitar.
Primera vista de la Plaza |
Cuando a primeros de agosto fui a
recoger a las que iban a ser mis compañeras de voluntariado durante ese mes,
decidí irme para allá un día antes para poder caminar con detenimiento por sus calles. Además, por la tarde, conté
con la compañía inestimable de María, una profesora cusqueña que conocí en el
colegio de Urcos y que se había ofrecido a servirme de guía. Con ella paseé
tranquilamente por esta ciudad, permitiéndome el lujo de visitar lugares y
calles un poco apartados y admirarlos todos, no sólo de día, sino también durante la noche, momento en el
que Cuzco brilla con todo su esplendor y ofrece unas vistas espectaculares de
ciudad encantada.
El atardecer es uno de los mejores momentos del día.
El Sol parece que remolonea y juguetea con la ciudad para prolongar y demorar al máximo su retirada. Mientras, ilumina caprichosamente la fachada de la catedral y los soportales que rodean esa magnífica Plaza de Armas, dándoles una increíble variedad de tonalidades a las piedras, al suelo, a los balcones, al cielo,…Miles de luces empiezan a aparecer en todos los cerros que rodean la cuidad y entonces el observador curioso se siente arropado por un cinturón de luz que hace que la noche cuzqueña sea acogedora e invite a prolongar el paseo algunas horas más allá de la puesta de sol.
Desde la parte alta del barrio de San Blas, en una noche de luna
nueva, se observa cómo las estrellas de
este cielo, con sus brillantes constelaciones del hemisferio sur, descienden
hasta el horizonte montañoso en
ese juego de luces en el que se combinan y casi se confunden con las de las
viviendas de los pobladores cusqueños.
Descendiendo de nuevo en dirección a la Plaza |
El centro de Cuzco, que fue a su vez, el centro de todo el Imperio Inca, lo constituye el Qorikancha.
Subiendo por la Avenida del Sol, un espacio verde formado por antiguos andenes (terrazas cultivables) nos hace dirigir la vista hacia unos muros de piedra andesita perfectamente pulida y encajada al estilo inca -sin ningún tipo de argamasa-, que son los restos del gran Templo del Sol, el más importante centro sagrado de los Incas dedicado a las deidades celestiales: sol, luna, estrellas, arco iris, rayo y relámpago.
Los dominicos erigieron sobre este
templo su convento, integrando en sus cimientos y en su propia estructura los
restos de los recintos incas que hasta entonces habían existido en aquel lugar,
consiguiendo de esta forma, preservar en parte aquella construcción que, por el
sistema de seques constituía el punto central de todos los santuarios, templos
y lugares sagrados del imperio Inca.
Hoy en día todo el conjunto (el convento renacentista de Santo Domingo, los muros incas del Qorikancha y los andenes que forman los jardines) está presidido por una única torre de estilo barroco que sobrepasa en altura a todas las edificaciones de la ciudad.
Hoy en día todo el conjunto (el convento renacentista de Santo Domingo, los muros incas del Qorikancha y los andenes que forman los jardines) está presidido por una única torre de estilo barroco que sobrepasa en altura a todas las edificaciones de la ciudad.
La qeuña es un árbol nativo que crece a gran altura |
El qantus es la flor nacional del Perú |
Claustro de Santo Domingo |
Qorikancha y el convento de Santo Domingo |
Subiendo desde la plaza de armas, a la derecha de la catedral, una serie de callejuelas, siempre muy empinadas, nos llevan a visitar en una sucesión y mezcolanza de estilos, edificios, plazas y calles prehispánicas intercaladas con construcciones coloniales: palacios, iglesias barrocas, fachadas renacentistas y los impresionantes muros incas de la calle Hatum Rumiyuq (de la Roca Mayor) conservados casi intactos hasta nuestros días, habiendo resistido a los terremotos, inclemencias del tiempo y avatares colonialistas en la ciudad y estimulando la imaginación de quienes los vemos, intentando visualizar cómo fueron llevados hasta allá esos grandes bloques de piedra, milimétricamente encajados unos con otros, donde destaca especialmente la enigmática piedra “de doce ángulos”.
Piedra de doce ángulos |
Detalle de la unión de las piedras |
A medida que se va ascendiendo, si dirigimos la mirada hacia arriba, el Cristo Blanco brilla cada vez más, con un fulgor casi fluorescente, velando por las personas que trabajan, pasean, descansan,…viven bajo la protección de sus brazos extendidos. Y cuando los ojos se dirigen hacia abajo, el gran rectángulo de la plaza retoma el protagonismo que en ningún momento del día llega a perder.
Esta plaza fue testigo de la
ejecución del último caudillo indígena de la resistencia inca: Túpac Amaru II; una
estatua -brillante como el oro- le rinde homenaje, situada en lo alto de una
fuente que parece haber sido traída directamente de una plaza parisina o
romana. En este mismo lugar que yo ahora tengo la suerte de recorrer, Francisco
Pizarro proclamó la conquista del Cusco
y el fin del imperio Inca.
La fachada de la catedral es renacentista pero su interior es barroco y plateresco |
Túpac Amaru II |
Iglesia de la Compañia de Jesús, una de las mejores muestras del barroco colonial del continente. |
Y hoy en día es el punto principal de reunión para todos los acontecimientos importantes, de cualquier índole, que se produzcan en la ciudad.
Sentada en uno de los bancos que
hay en esta plaza, mis pensamientos me dirigen a todos aquellas personas que
han pasado por aquí antes que yo. Los antiguos habitantes que construyeron la
ciudad dedicada a sus dioses y pasearon por sus calles. Pizarro, que obsesionado
por la fama de aquella ciudad de la que se decía que tenía un templo dedicado
al sol con todos los muros forrados de láminas de oro, -con una horda de
soldados y ayudándose de las luchas internas entre los propios incas-, llegó
hasta allí dispuesto a apoderarse de ella a cualquier precio.
No me olvido de los nuevos colonizadores que hoy en día son los turistas, quienes han conseguido sin invasiones cruentas, que se asienten en sus edificios famosas cadenas de cafeterías y hamburgueserías, agencias de viaje, casas de cambio de moneda, tiendas de regalos, e incluso aún se puede encontrar algún que otro inca de aquellas épocas ataviado con sus mejores galas, dispuesto a dejarse fotografiar a cambio de unos cuantos soles.
Puerta de Santa Clara |
Al fondo Iglesia de San Pedro |
En la Iglesia de la Merced |
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